martes, 25 de agosto de 2009

En los zapatos veloces de Semenya...

Imagine usted mujer que va a pedir trabajo, en el ámbito de su competencia (médico, abogada, periodista, contadora, etc), va segura, con esa confianza que le da saber que es de las mejores.

En la empresa o dependencia le comentan que hay, a parte de usted, cinco mujeres más aspirando al puesto. En sus exámenes médicos sale limpia de psicotrópicos, en la entrevista “rompe madres”, en la semana de práctica, también.

Es usted la mejor, sin embargo, sus contrincantes al cargo argumentan que es “diferente”, que no es como ellas, por eso resultó vencedora. Lo tachan de tramposa.

No conformes con difamarla, los dueños de la empresa apoyan la teoría y le obligan a que en el patio central, frente a cientos de ojos muestre su sexo. ¿Estaría dispuesta?

Para defender y ratificar que usted la mejor, debe “demostrar” que tiene dos pares de labios, un clítoris y una vulva. ¿Cómo se sentiría? ¿Enojada? ¿Impotente? ¿Decepcionada?

Independientemente del aspecto físico, cuando la estupidez rebasa a la razón, se dan violaciones a los derechos humanos como en el caso de la velocista sudafricana Caster Semenya.

Pd. Hay que saber perder. Y ser menos estúpidos.

1 comentario:

Edgar D. Heredia Sánchez dijo...

Rodolfo ahora sí te ganó la entraña eh, me parece incorrecta la exposición de motivos que presentas, primero por que no son los idóneos, no se pude comparar la postulación a ocupar una plaza laboral o acceder a un mayor puesto de responsabilidad con los sucesos deportivos, entiendo la injusticia que representa el dudar de la feminidad de una mujer por el sólo hecho de no ser estéticamente agraciada; sin embargo, cabe destacar que los casos de suplantación de género no son una novedad de los años recientes desde los juegos de Munich de 1936 existían casos documentados sobre la sospecha de hombres transgénero, trasvestis u homosexuales que competían como mujeres, el lema del deporte es competir en igualdad de condiciones, es decir que no se recurra a sustancias externas estimulantes que incrementen ilegalmente el comportamiento del cuerpo humano ante una prueba determinada, hoy día los intereses comerciales, la cobertura mediática, el hambre por proveer de héroes a una sociedad cada vez más desencantada e incrédula someten a una gran presión a los deportistas de alto rendimiento, los escándalos de los años ochenta Ben Jhonson y el propio hijo del viento, Carl Lewis, detonaron la urgencia de atajar el uso de sustancias que además de incrementar la respuesta física del sujeto exponen a un alto riesgo a la salud de quienes recurren al uso de dichas sustancias en el largo plazo, además de la ignominia y el señalamiento público mundial por ello, de tal modo, que debería tomarse con mayor madurez los señalamientos y sospechas sobre posibles trampas o actos ilegales o extralegales, es decir que si bien no están prohibidos tampoco están permitidos. Hoy se publica que la atleta sudafricana tiene tres veces más nivel de testosterona que una mujer promedio, puede ser un asunto médico meramente hormonal y se explique por ello la rudeza de sus razgos, me parece que el dudar es sano y hasta necesario, lo que habrá que señalar es el modo en que se señala, en eso guarda razón su argumento habrá que matizar y ser más cuidadoso en ello, no condenar antes de conocer el veredicto oficial, el cual seguramente arrojará que para los criterios estéticos occidentales, la atleta sudafricana está muy alejada y por sólo ese motivo hay que señalarla eso si es una ruindad...