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Pero una frase con “punch” sin grosería incluida no tiene chiste, es como sexo sin orgasmo, como Lazcano sin la “venturosa noche”, como taco sin tortilla, dijera la Trevi “como una papa sin catsup”, pues…
Aquí una serie de ejemplos:
“!Ganaron los Cardenales! toma eso pu-ti-to…” (Que bien se escucha o ¿no?)
“Fuiste a la tienda y no me dijiste, culerín…” (Majestuoso)
“Se te olvido dejarme el contexto y lo tuve que hacer yo, re-cabrón…” (Genial)
“Ganaste la quiniela, maldito zorro…” (De diez)
“¿Te la quieres chingar verdad?” (Sublime)
Si usted avienta, echa o desparrama la grosería nomás porque sí, sonará ofensiva o lasciva…
Lo cierto es que para nosotros los mexicanos la grosería es un recurso más del lenguaje, cada que aprendemos un idioma también queremos una clase de groserías. (¿A poco no?)
Por hoy se acabó, háganle como quieran a mi me vale pito…